- Área: 4110 m²
- Año: 2017
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Fotografías:Jaime Navarro, Enrique Macías
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Proveedores: ATRA, Ali Glass, Alis, Stones Piedras Naturales, Verolegno, iGuzzini
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El Templo aparece en una estrecha avenida como un bloque sólido pero introvertido. Su partido arquitectónico nace con la intención de contener todos los espacios necesarios dentro de un bloque de mármol y acero. Dentro de esta envolvente, se encuentran varias cajas de menor escala en madera que generan espacios de doble altura en su interior. El sistema estructural consta de acero, columnas y losas de concreto, y a lo largo del edificio predomina el uso de materiales nobles y aparentes como lo son la madera y la piedra.
Las fachadas oriente y poniente son estructurales y trabajan simultáneamente como difusores de luz natural. La cara oriente del Templo, con una fachada esbelta que alcanza los 19m de altura, está compuesta por franjas de piedra ónix que entre 35 largas y delgadas cartelas de acero dibujan líneas verticales de piso a techo. Estas vetas de piedra permean la luz de la tarde al interior del Templo, permitiendo que éste se bañe con una luz tamizada, suave y continua. En cambio, las dos fachadas laterales –norte y sur– se encuentran completamente recubiertas por placas de mármol. La fachada sur, se planteó como un muro ciego total que protege el interior de la incidencia del sol durante todo el día. Ésta se resolvió inclinando ligeramente algunas placas de mármol hacia abajo, las cuales dan movimiento a la rigidez de esta cara.Cuando oscurece, estos mismos elementos cobran vida como difusores y pantallas de luz artificial e indirecta.
Al costado derecho, la fachada norte se separa y repite a dos metros de distancia par dar lugar al acceso peatonal, un volumen con iluminación cenital sólo ocupado por una escalinata continua que comunica todos los niveles y espacios del edificio. La separación entre interior y exterior se establece a través de paneles de cristal sucesivos delineados por delgados marcos de acero, permitiendo una configuración semi–permeable, cerrada o abierta. Alineados a su eje perpendicularmente, empatan con los listones de madera que recubren el techo; entonces se desdibujan los bordes metálicos, dando la ilusión de que flotan como biombos invisibles mientras componen un juego rítmico de superficies ligeramente reflejantes. En los niveles segundo y tercero, se encuentra el Templo.
El segundo es exclusivo para hombres, y el tercero para mujeres (Ezrat Nashim). En el nivel principal del Templo, un volumen cúbico de doble altura, se encuentra al centro del espacio, la Teba, y el Hejal, un prisma de soleras rítmicas consecutivas de latón sólido que contiene los 7 serafím y reflejan de un modo muy singular la luz. Los balcones del Ezrat Nashim dan hacia el centro del Templo en forma de herradura, separados por barandales de vidrio terminados con una malla de latón que aportan un tono cálido al espacio.
El cuerpo de ónix y costillas de acero, iluminadas desde arriba, hacen de la iluminación otro componente arquitectónico primordial para este espacio. Ya sea en los detalles o en las envolventes, es en la intersección del uso puro de materiales y la maestría de sus combinaciones, detalles y configuraciones que el Templo es por sí mismo un elemento arquitectónico religioso.